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03-Apr-2007 --
ESCONDIDA EN LA MONTAÑA. Con la confluencia 40°S 68°O en el bolsillo, seguimos en dirección SSO por la pintoresca Ruta 67 que, serpenteante entre la precordillera, regala los primeros paisajes maravillosos del viaje, enhebrando olvidadas poblaciones del interior rionegrino como Chasicó, Mencué y Cañadón de los Chilenos.
En este último poblado nos ocurrió algo curioso y triste a la vez: unos chicos nos pararon y nos pidieron que avisáramos en Comallo, el próximo pueblo a más de 30 kilómetros, que necesitaban una ambulancia para una persona enferma. Un papel manuscrito oficiaba de rústico “e-mail” para pedir ayuda; obviamente no tenían teléfono, lo que significa que esa gente depende de la suerte de que pase alguien y avise para conseguir un médico. Las conclusiones quedan para que cada uno se las haga.
Cuando íbamos a modificar nuestro recorrido para ir a Comillo para cumplir con la ayuda, apareció la ambulancia, seguramente avisada por algún otro casual mensajero.
El desvío de la Ruta 67 por el track teórico a la confluencia lo encontramos pero empezaba con una tranquera cerrada y estábamos a más de 10 km. Entonces comenzó la peregrinación por los puestos preguntando por un camino que nos llevara a … mejor no explicamos nada, no nos entenderían.
Una tranquera con palos azules fue la referencia de un camino que iba hacia el oeste, bastante lejos del planeado, informado por un puestero. La encontramos y nos topamos con el puesto de Don Evaristo Neculman. Un hombre que nos quedo infinitamente agradecido solo por haberle pedido con respeto y educación permiso para pasar por el patio de su casa.
La humildad de esta gente es increíble y este tipo de travesías nos permite ver otra realidad. Don Evaristo sabía que el camino seguía más o menos por donde nosotros necesitábamos y creía que tal vez podríamos llegar hasta Jacobacci, como teníamos en mente después de la confluencia. Él nunca lo había hecho ni sabía de alguien que lo había usado.
Otra curiosidad: en otro de los puestos que atravesamos, no sólo nos recibieron los habituales perros, sino también un guanaco que parecía muy acostumbrado a estar con humanos, ya que enseguida se arrimó a ver que queríamos.
A partir de allí la huella borrosa empezó a ponerse interesante a la par que uno de esos atardeceres patagónicos nos gastaba las máquinas fotográficas.
Cuando finalmente nos arrimamos a alrededor de 2 Km. de la próxima víctima, la noche cayó sobre nosotros y decidimos acampar y dejar la cacería para primera hora de la mañana.
Después de una sopita bien caliente y un vinito nos dormimos al son de la campana de una yegua madrina que pastaba en el mallín junto al cual estábamos acampados.
Me olvidaba, mientras cenábamos, apareció de la nada un viejo Ford Falcon conducido por Don Bejar, alias Pichón, quien con la excusa de que pensó que nos habíamos encajado en el mallín, vino a ver a quien cuerno se le ocurría pasar la noche en esos lares. Luego de una breve charla, desapareció en la oscuridad de la noche.
Todos nos fuimos a dormir ....ZZZZZZZZZZZZZZ...
MADRUGANDO POR UNA CONFLUENCIA
La noche anterior antes de acampar habíamos estado viendo si podíamos aproximarnos lo más posible a la confluencia 41°S 70°O y después de dar varias vueltas nos pareció que 2,2 Km. era una buena distancia y el lugar de acampe al lado del arroyo en el mallín era el mejor punto de aproximación. El plan de la mañana siguiente era que Pablo y yo nos levantaríamos al alba y trataríamos de capturar la confluencia caminando.
A la 7:30, antes de que salga el sol, salimos hacia la confluencia mientras el resto de la tripulación se quedó durmiendo. Comento que el lugar donde habíamos acampado era de ensueño.
Caminar dos kilómetros en lo plano es una cosa, pero subir y bajar tres o cuatro valles y ascender casi 250 metros desde el campamento fue bastante cansador, más aún cuando nos dimos cuenta que si hubiéramos remontado el cauce del arroyo donde acampamos, hubiéramos desembocado en otro cauce seco transversal posiblemente apto para entrar con las chatas, que nos hubiera reducido la caminata a menos de 400 metros y encima con algo de off road. Nos lo perdimos por la oscuridad reinante, pero vale el dato para el próximo visitante.
De todos modos, al cabo de menos de una hora, capturamos otra confluencia virgen e hicimos un poco de ejercicio inusual. Debo decir que vino bien para lo que nos tocaría hacer días después sobre el Paralelo 42. Otro monolito quedó para la posteridad sobre las montañas.
Al regresar al campamento, encontramos el desayuno servido y las carpas desarmadas: una gentileza de nuestras esposas. Aprovechamos el arroyito para lavar los bártulos y refrescarnos.
Retomamos el viaje con rumbo a Jacobacci, pero obviando la ruta 23. Ambos habíamos imaginado un track que, rodeando el cerro Corona (unos de los muchos del mismo nombre que hay por la zona, bautizados seguramente por su forma) y enhebrando un montón de puestos aislados, nos llevaría a Jacobacci “ahorrando” casi 100 km. Don Béjar nos había confirmado su existencia en la charla nocturna.
No pudimos hacer una mejor elección: El “camino” fue una huella muy poco transitada, a veces pedregosa, a veces a campo traviesa por mallines secos, donde debíamos adivinar la trayectoria apoyados en nuestros tracks teóricos, que por supuesto anduvieron muy bien.
Multitud de lagunas, guanacos, avestruces y puesteros solitarios nos acompañaron en el viaje que nos demando más de seis horas, muchas veces a paso de hombre. El “tranquerismo” continuó a full para delicia de los que no conducían y nos aburrimos de sacar fotos.
Un hecho destacado fue atravesar la deshabitada Estancia Fernández, que sin duda fue un establecimiento muy importante donde debía vivir y trabajar mucha gente. Una añosa arboleda y muy buenas edificaciones desoladas eran el mudo testigo de aquellos lejanos años de bonanza. Pensábamos lo difícil que debió haber sido construir todo eso posiblemente 50 o 60 años atrás en ese aislado lugar.
Los últimos kilómetros la huella se introdujo en el cauce de un arroyo y nos condujo a Jacobacci por el noroeste; allí reaprovisionamos combustible y yo aproveché a reparar una gotera en el tanque de nafta. Luego, dado que aún había luz suficiente, decidimos ir a buscar una confluencia más antes de ir a descansar, la 41°S 69°O, a unos 70 km del pueblo.
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HIDDEN CONFLUENCE IN THE MOUNTAINS
With the confluence 40°S 68°W in the bag, we followed SSW course by the picturesque Route 67, which after making us zigzag a lot, gifted us the first wonderful landscapes of the trip, linking forgotten towns of the inner Rio Negro province as Chasicó, Mencué and Cañadón de los Chilenos.
In this last town something curious and sad at the same time happened to us: some children stopped us and asked if we could tell people in Comallo (small town at 30 km from there) that they needed an ambulance for an ill woman. A handwritten paper asking for help worked as an e-mail. Obviously they don’t have telephone, which means that these people depend of the luck of seeing someone pass along the route. Conclusions should be done for each reader…
As we planned to modify our plans in order to go to Comallo to help those people, an ambulance appeared, surely advised by other traveling messenger.
We found the detour of the Route 67 according the theoretical track to the confluence but it started with a locked gate: we were around 10 km of our target. Then we began the pilgrimage by the modest and lonely ranch houses asking for the path that led us to…
It was better not to explain anything, since people wouldn’t understand.
A gate with blue posts was the reference of a path that could lead to the west, further of our tracks in the GPS, as informed a peasant. We found it and at once and we stopped at Mr Evaristo Neculman’s ranch house. A man that was very grateful only because we asked for permission to trespass by his property with education and respect.
The humbleness of these kinds of people is astonishing; these trips allow knowing other reality of our country. Mr. Evaristo knew that the path across his house continued to our objective and he believed that it was possible to go to Jacobacci City. He had never gone and he didn’t know if someone had used the road before.
Other curiosity: in one of the uninhabited ranch houses, we were received by the always present dogs, but we met a kind “guanaco”, very friendly and obviously, that was used to stay with people.
From there, the path start to become blur meanwhile one of the amazing sundown discharged the batteries of our cameras because we were taking too many pictures.
When we were finally approaching around 2 km from our next victim, the darkness covered us and we decided to camp and leave the hunting for the first hours of the next morning.
After a hot soup and a good wine, we went to sleep meanwhile the bell of the lead mare that took pasture in the “mallín” (a kind of green carpet of soft grass around of a stream) where we were camped.
I forgot something: while we had our frugal dinner, in the darkness an old Ford Falcon appeared with Mr Bejar (Nickname “Pichón”) at the steering wheel. Probably he wanted to know who are the odd people camped in this remote place, but he said that he was worried because he believed that we have stacked in the “mallín”. After a short conversation, he disappeared in the darkness as he has arrived.
All we went to sleep ZZZZZZZZZZZZZ
GETTING UP EARLY FOR A CONFLUENCE
The previous night, before camping, we have been investigating if we could approach as near as possible to the confluence 41°S 70°W and after many attempts to reach something better we accepted that 2.2 km was good. The place to install the tents was the best point of approaching. The plan for the next morning would be that Pablo and I would wake up early and we would attempt to reach the confluence by foot.
At 7:30, before the sunrise, we left the camp while the rest of the crew remained sleeping. The landscape where we were was very beautiful and quiet.
Walking 2 km in flat terrain is easy, but to do it going up and down four valleys meanwhile ascending 250 vertical meters during the path is a very different thing and we were very tired when we reached the confluence. At this moment we discovered that if we had continued along the stream aside the tents with the vans, we could have approached by another dried riverbed up to 500 meters instead of 2.2 km, with something of 4WD. We lost this opportunity but the information may be useful for potential next visitors.
Anyway, we spent only 40 minutes to capture a new unvisited confluence and we did something of exercise. For a future confluence in the Parallel 42 it was useful to test our fitness capabilities. Other small “stone memorial” was built for marking our discovery.
When returning to the camp, we found the tents uninstalled and the served breakfast: a courtesy of our wives. We used the water of the stream to refresh and cleaning some belongings.
We restarted the trip to Jacobacci City avoiding the Route 23. Pablo and I had imagined a track that surrounding the Corona Hill (one of the lot of them, surely named by the shape similar than a crown) and linking a lot of small ranch houses, led us to Jacobacci City, “saving” 100 km. Mr Béjar have confirmed the existence in our nightly conversation.
We couldn’t do a better choice: the “route” was a fuzzy path very low used, sometimes plenty of rocks, sometimes across dried “mallines” where it was necessary to guess the trajectory using our theoretical tracks, that, of course, they were very useful and precise.
A lot of lagoons, wild animals like ostrich and guanacos and lonely ranch house shared with us the trip that required practically 6 hours, many times at walking speed. The “Tranquerism” explained in our previous narrative of 40°S 68°W continued at full and our cameras didn’t rest taking a lot of pictures.
A remarkable fact was to cross the uninhabited Ranch Fernandez, which undoubtedly it was an important establishment where many people lived and worked. Old trees and very important buildings were the mute witness of distant years of bonanza. We thought what difficult would be to built all that we saw, 50 or 60 years ago in this remote place.
On the last kilometers, the path entered into the riverbed of a stream that led us to Jacobacci City by the NO. There, we refilled combustible in our tanks and I repaired a leakage of the mine. Then, because there was enough daylight, we decide to go catching another confluence before resting: the 41°S 69°W, at 70 km of the city.